Acabo de ver que ha salido el informe español del ICCS 2009. Estudio Internacional de Civismo y Ciudadanía. Debe de llevar algunos días ahí, pero no he visto que nadie se haga eco de él, y tampoco el Ministerio lo ha sacado en su sección de novedades. Es un estudio en el que participan 38 países, de los que 24 han realizado también un módulo europeo. En España participan 3.000 alumnos de 2º de ESO y 2.000 profesores de cerca de 150 centros (más sobre el informe aquí).
No tengo tiempo de leerlo ahora, por lo que lo que viene a continuación es una impresión tras examinar los gráficos del informe. Algún día tendré tiempo en fijarme más en el texto, aunque la experiencia sobre informes del Instituto de Evaluación me dice que los gráficos son mejor guía para saber qué pasa que el texto. Lo que me he encontrado se parece bastante a aquella anécdota de no sé qué famosa que decía que estaba muy interesada en no sé qué escritor, y que cualquier día de estos se leería un libro suyo.
En los resultados globales de conocimiento cívico y ciudadano (p. 139) nos sitúan en la parte media de la tabla de 38 países, en el lugar 22 en concreto, con 505 puntos. Pero de los países que tenemos por debajo los únicos europeos son Grecia, Luxemburgo y Bulgaria, todos los demás son hispanoamericanos, junto a Tailandia e Indonesia. A nuestro nivel se encuentran, eso sí, países de nuestro entorno: Nueva Zelanda, Noruega, Bélgica (parte flamenca), Federación Rusa, Austria y Países Bajos. Por encima se sitúan Finlandia (que, con 576 puntos, vuelve a encabezar un estudio de comparación internacional), Dinamarca, Suecia, Irlanda, Suiza o Italia, junto a Hong Kong, Taipei o Corea del Sur. No me parece descabellado pensar que hay una relación entre la calidad del sistema educativo y sus resultados en esta evaluación.
Como siempre, estamos en la media si metemos a países extraeuropeos que bajan considerablemente la media, pero si cogemos sólo a los europeos probablemente nos encontremos 15 o 20 puntos por debajo de ella. Con respecto a la media general, destacamos en "Saber" y en "Identidades cívicas", estamos en la media en "Sociedades y sistemas cívicos" y en "Participación cívica" y algo peor en "Analizar y razonar" y en "Principios cívicos". Si aplicásemos estos resultados a la media europea, sólo destacaríamos por arriba en "Identidades cívicas", pero por abajo en "Principios cívicos" y en "Analizar y razonar".
Un dato que puede ser preocupante (pág. 141) es que somos, junto a Grecia, Austria y Noruega, donde más diferencia hay entre alumnos nativos e inmigrantes. Lo cual es malo en Matemáticas, pero en cuestiones relacionadas con la convivencia cívica…
Nuestros alumnos tienen una actitudes excelentes: los segundos en apoyar los valores democráticos (el segundo es Chile) y en actitudes hacia la igualdad de género (el primero es Suecia). Menos bien estamos al pedir igualdad de derechos para todos los grupos étnicos o para los inmigrantes, donde quedamos en la media. La actitud peor es hacia nuestro propio país, aunque no crean que ahí destacan el resto de alumnos europeos. Los tres países a los que los alumnos están más orgullosos de pertenecer son la República Dominicana, Colombia y Guatemala, y donde menos en la Bélgica flamenca (les vamos a enviar a la duquesa de Alba para que les dé un par de lecciones...).
Llega el apartado de compromiso y participación: si les preguntamos por participación activa, estamos en el grupo de cola; si les preguntamos por cosas que los alumnos piensan hacer en el futuro, nos elevamos hasta la media.
Los alumnos se examinaron de un módulo sobre la Unión Europea, donde, en conocimientos, no hacemos un papel especialmente brillante, pero tampoco catastrófico. Hay alguna cuestión sorprendente, pero como está muy claro en el informe (págs. 79-95), no voy a comentar más.
Llegamos a la "europeidad": nos sentimos más europeos que casi nadie (terceros tras Italia y Eslovenia, pero si hablamos de participación de los alumnos en actividades o grupos a nivel europeo, o en comunicaciones sobre Europa, ya estamos en el grupo de cola. Con las actitudes con respecto a Europa, sobresaliente en casi todas: segundos en actitudes positivas hacia la igualdad, o hacia la libertad de movimientos dentro de Europa (si es para bien, porque si es para mal somos partidarios de restringirla: es curioso que somos los que más cambiamos de opinión según nos pregunten resaltando los aspectos positivos o negativos), o cuartos en actitudes positivas hacia el aprendizaje de lenguas europeas (pero en conocimientos, los terceros por la cola, sólo después de los países anglófonos).
También estamos en el grupo de cabeza en actitudes positivas hacia las políticas comunes en Europa, hacia la unificación europea, hacia la moneda única, o hacia una mayor ampliación de la UE. Y somos de los primeros en predisposición a votar en las elecciones europeas, casi el 70% está bastante o totalmente seguro de va a votar. Igualito que lo que pasa ahora.
En resumen, buenas actitudes, pocos conocimientos y menos hechos.
En consonancia con el Gobierno y las autoridades educativas que también son actitudinalmente competentes.
ResponderEliminarDe la teoría a la práctica va un camino muy largo.
ResponderEliminarSoy hija de alemana educada en el respeto a lo público, aquí por desgracia lo público no es de nadie y así esta.