martes, 28 de junio de 2011

Exhibir la propia ignorancia

Hace tiempo que tengo algunos libros para recomendar en el blog, pero como el mío no me deja tiempo, pues lo voy dejando. Dos de ellos, además, tuve el privilegio de poderlos leer antes de que fueran a imprenta. El de José Penalva, Corrupción en la Universidad, ya sabía que iba a traer cola, pero nunca me hubiera imaginado que el de Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez, Diagnóstico y reforma de la educación general en España, hubiera levantado la menor polémica.
Lo más probable que le pase a un libro sobre educación en España, sobre todo si no comulga con los cánones imperantes, es que no se le haga el menor caso. Para cualquiera que no conozca este país de mis entretelas, les resultaría incomprensible que un libro como Corrupción en la universidad fuera olímpicamente ignorado por medios nacionales y especializados mientras el THE se hace eco, y que ningún responsable educativo haya levantado una ceja para saber si lo que cuenta el libro ocurre (como si no lo supieran y alentaran). La obra de Penalva no es un sesudo estudio sobre las prácticas más o menos corruptas de acceso a las plazas del profesorado universitario, sino una descripción pormenorizada de un caso –solo algo más sangrante que otros que conozco–, perfectamente documentado (hasta con grabaciones) de corrupción y acoso laboral a un profesor que obtuvo una plaza que no le estaba destinada. De lo particular a lo general. Algún día comentaré algo in extenso, pero de momento pueden saber de qué va el libro en este artículo y sus enlaces. Escribirlo parece que le ha costado, de momento, su suspensión.
El otro libro, Diagnóstico y reforma de la educación general en España, es un espléndido análisis sobre la enseñanza de nuestro país, enormemente sugerente, basado en datos, y con una cuidadosa justificación de los argumentos empleados. El libro que le recomendaría a los nuevos consejeros de Educación para que sepan cómo está el patio y a qué problemas se tienen que enfrentar. El libro en cuestión, por cierto, es el 80% del segundo volumen de la obra Reformas necesarias para potenciar el crecimiento de la economía española, editado por la CEOE, y que incomprensiblemente no tiene aún edición electrónica.
Es un libro mucho mejor que la inmensa mayoría de los que me he leído en el último lustro sobre el tema –y me he leído un buen número de ellos–, un libro que un Ministerio decente agradecería públicamente, porque es una aportación realmente importante para entender el principal problema de España (que no es el paro, ni la crisis, ni la deuda, sino la educación). No exagero si digo que una sola página de este libro es más interesante que cualquiera de los estudios producidos o patrocinados por el Ministerio de Educación en la última década.
Un libro, en fin, que hubiera pasado desapercibido como cualquiera que trate la educación desde un punto de vista algo distinto del monodiscurso habitual, si no llega a ser por un esperpéntico artículo aparecido en El País, cuidadosamente corregido y aumentado por el corifeo de payasos habituales que, sin leer más que el triste artículo, se permiten opinar sobre un libro y un trabajo e, incluso, permitirse críticar lo que el libro no dice, sin saber si en sus más de 200 páginas dice o no. El colmo de la estupidez lo ha bordado, cómo no, nuestro cada vez más estulto ministro de Educación, quien en una entrevista (min. 22) se permite criticar lo que uno que tampoco ha leído le dice que un libro dice.
El artículo lo que hace es lo siguiente: parto de la base de que tengo que atacar este informe, y como no encuentro demasiado, me invento lo que no dice y saco de quicio y de contexto lo que sí, y me monto un mitin ideológico contra los malvados empresarios y no menos malvados neoliberales. Además, de paso, muestro que no tengo ni puñetera idea de lo que escribo, y además para defender mi discurso recurro al argumento de autoridad de mi propio periódico.
El artículo se titula "La CEOE ve en los genes la clave del éxito escolar", pero –obviando que no es la CEOE, sino los autores del informe– los autores dedican un párrafo (pág. 61) al tema, y simplemente se hacen eco de algunas investigaciones (de 2010) y concluyen, con muchas precauciones, que "quizás estaríamos sobreestimando notablemente la influencia del nivel social familiar en el rendimiento escolar". Un titular acertado, sí. No forma parte del argumento del libro, ni siquiera secundario, ni apoya ninguna de sus conclusiones, sólo se hacen eco de investigaciones recientes (cualquiera diría que es su obligación).
No contenta con la hazaña, la ideóloga con rol de periodista, se permite decir que "el origen socioeconómico, sin embargo, es el factor más determinante en el rendimiento escolar, según la opinión unánime de los expertos responsables del infome PISA de la OCDE." No sé a cuántos responsables del informe PISA conoce, pero quien esto escribe conoce a tres, y ninguno opina como ella dice que opinan. A lo mejor ha leído en algún sitio que la influencia más clara que el informe PISA encuentra en el rendimiento es la sociocultural (que es capaz de explicar el 12% en España: aún queda un 88% por explicar, que ya es), pero si hubiera preguntado a alguien le hubieran dicho que es el factor más influyente de los que PISA mide, no el más influyente de los que pueden existir (y que no conocemos). Para afirmar esto hace referencia a un articulo de El País, bastante más documentado (aunque incompleto), en el que no habla ni un solo responsable de PISA.
Por cierto que lo de la influencia de la genética –a través de la inteligencia, que tiene una base hereditaria– no es nuevo. El propio Julio Carabaña, catedrático emérito de Sociología de la Educación, habitual de El País, y neoliberal donde los haya (je), dice en esta entrevista:
¿Cuál es el factor que más influye en el éxito escolar?
El factor más importante, a nivel individual y colectivo, es la motivación y la inteligencia.
Comparado con ese factor, luego el más importante es el nivel socioeconómico y cultural de la familia.
Pero la periodista sigue:
"La herencia genética pesa más en el rendimiento escolar de un alumno que su entorno socioeconómico. Y el gasto en educación no es lo más importante en la obtención de resultados. Son dos de las hipótesis en las que descansa la reforma educativa que presentó ayer CEOE."
Lo que es rigurosamente falso: lo que dice el informe es que algunos estudios recientes apuntan a que a lo mejor estamos sobrevalorando la influencia del entorno, y con respecto a lo de la influencia del gasto, lo dice hasta PISA y los expertos de "opinión unánime" que ni conoce. Y, por supuesto, ninguno de estos argumentos es el hilo conductor de las propuestas.
También dice (el artículo, no el libro) que "la patronal cuestiona la presencia femenina en la docencia", cuando de lo que habla el informe es de algunas consecuencias no deseadas de esa feminización.
En fin, un panfleto disfrazado de artículo, que ha creado una polémica artificial y que puede evitar que un trabajo serio tenga una influencia real y unas medidas necesarias lleguen a buen término. Despreciable.

martes, 14 de junio de 2011

Cascada de datos

Sigo liado y sin tiempo de nada, pero están saliendo bastantes datos, pues quería que se enteraran, ya que son importantes. En estos meses han aparecido en la prensa dos datos sobre nuestro sistema educativo bastante buenos (por supuesto, enormemente malos comparados con el resto de los países de Europa, pero espléndidos para cómo los dejó la Logse). Ambos datos provienen de la misma fuente: una declaración de un político, una filtración de un político.
Es decir, se ha reducido el fracaso escolar al 26% (cinco puntos en dos años), y se ha reducido el abandono educativo temprano al 28,4% (casi tres puntos en un año). Hay, además, dos cuestiones paralelas que a mí me interesan bastante: por un lado, que, al menos en Educación, la fuente de la prensa sean los políticos, y no los datos (la única periodista que ha publicado los datos, porque se molesta en consultarlos, ha sido Susana Machargo, de La Voz de Asturias); y por otro, que los datos los adelante un político cuando son buenos, y niegue que sean ciertos -sabiendo que lo son- cuando no son buenos (y no pase nada: la penúltima que lo hizo era candidata a la presidencia de Aragón).
Y una cuestión más: la crisis ni mejora el fracaso escolar ni mejora el abandono educativo, por más que se empeñen. La razón por la que baja el fracaso es porque se han tomado una serie de medidas en el propio sistema educativo que le han permitido mejorar algo. Son medidas de muy corto alcance, de carácter extraordinario, que venían anejas a la LOE, y que han funcionado allí donde las han aplicado mejor (o donde han tomado medidas de carácter administrativo para bajarlo por las bravas) y no han funcionado donde no han hecho nada, o lo han hecho mal. Pero, de la manera que fuere, el resultado es que cae el fracaso, lo que quiere decir que se permite a más alumnos continuar los estudios posobligatorios, y por ello aumenta el número de alumnos que se matriculan en la posobligatoria. Y aumenta los que titulan en posobligatoria. Y por ello, dos años después, cae el abandono educativo temprano. La responsabilidad de la crisis en la caída del fracaso es bastante menor. Algún año de estos lo mismo me hago con las EPAs anonimizadas año a año y se lo demuestro (he ofrecido a algunas instituciones informes sobre el tema, pero a ninguna parece interesarle, y uno no vive del aire).
En fin, vamos con los datos. Primero, el fracaso escolar por CCAA, publicado por el Ministerio:

Fracaso escolar 2008-09, por CCAA y sexo
CCAA Todos Hombres Mujeres
Asturias10,613,18,1
País Vasco12,215,38,9
Cantabria13,518,28,3
Navarra17,920,814,8
Castilla y León19,625,912,9
Galicia21,829,413,7
Cataluña22,827,917,4
Extremadura23,733,113,8
Madrid23,827,919,6
Aragón25,731,919,1
ESPAÑA25,931,819,6
Canarias26,332,719,5
Andalucía27,333,920,3
La Rioja28,233,323,0
Murcia30,036,423,2
Castilla-La Mancha31,239,522,3
Melilla36,638,434,6
C. Valenciana36,943,629,8
Ceuta38,244,431,6
Baleares39,046,631,1
Fuente: Ministerio de Educación.

Este año, su publicación se adelanta casi dos meses, y además viene acompañado de una extensa nota que contextualiza algo los datos, se da un rato de pisto, y que para mí es muy divertida de leer porque en los años en que el fracaso subía los mismos que la escriben negaban que lo que ahora proclaman fuera cierto (porque la nota, pese al aspecto técnico, es política, como su autor).
Los datos, a pesar de la mejora, siguen siendo escalofriantes: en el país de la supuesta equidad, los chicos siguen fracasando un 50% más que las chicas, y en Baleares se fracasa casi cuatro veces más que en Asturias. Una cuarta parte de la población sigue sin la titulación mínima, y se le impide seguir estudiando. Sólo una comunidad, Asturias, se acerca al 10% de fracaso, la cifra que debería tener la peor, y no la mejor CCAA de España.
La mejora global en los dos últimos años es de 4,8 puntos, pero no es igual en todas las CCAA (datos de años anteriores, aquí): mientras que Canarias, Extremadura o Ceuta mejoran entre 9 y 10 puntos, Melilla no se mueve, Aragón y la Comunidad Valenciana no mejoran siquiera un punto, mientras que Baleares mejora punto y medio. En once comunidades siguen fracasando más del 30% de los chicos, pero sólo en dos fracasa el 30% de las chicas. Además, en tres las chicas tienen un fracaso inferior al 10%.
En resumen, situación horrible, pero por lo menos ahora comenzamos a mejorar. El problema es que la mejora tiene probablemente un recorrido corto (queda por ver el efecto de los PCPI), y para seguir mejorando siguen haciendo falta reformas estructurales mucho más profundas y, sobre todo, dar una vuelta completa a la Primaria.
La página del Ministerio antes enlazada tiene más datos, pero para verlos en perspectiva lo mejor es consultarlos en esta hoja de cálculo (mejor la evolución de las tasas brutas de cada titulación: en Bachillerato aún tenemos el nivel de hace once años). Desde luego, con esto tienen para entretenerse un rato.
La siguiente tanda de indicadores son los que permiten compararnos con el resto de Europa. En un principio se establecieron una serie de indicadores-objetivo enmarcados dentro de la estrategia de Lisboa y con fecha tope para 2010. Había muchos, pero estos son los principales (el menú de la derecha lleva a los demás).
Relacionados directamente con el ámbito educativo había tres: abandono educativo temprano (luego hablaremos de él), nivel de logro educativo de los jóvenes (es el porcentaje de población entre 20 y 24 años que obtiene título de Secundaria superior: Bachillerato o FP de Grado Medio) y el de graduados en Ciencia y Tecnología, que era el único en el que nos manteníamos en niveles razonables.
El segundo indicador, el porcentaje de graduados en Secundaria superior, parece haber mejorado algo más de un punto en 2010 (al ser un dato muestral, la diferencia no llega a ser significativa), pero aún nos mantenemos en los niveles alcanzados en 1996. De todas formas, como ha mejorado el fracaso, en un par de años evolucionará a mejor de manera clara. Ahora, llegar al 85% que tenemos como objetivo necesita una reducción del fracaso a niveles por debajo del 10% o volver al sistema en el que se permitía acceder a la FP sin título de obligatoria (que básicamente ya está montado, de manera algo farragosa, a través de los PCPI).
Como los objetivos de Lisboa no se cumplieron de manera general (aunque con diversos grados), nuestros políticos europeos establecieron unos nuevos y se olvidaron de dar cuenta de los anteriores. Entonces, crearon los indicadores europeos 2020, y patada a seguir. Son bastantes indicadores menos, y relacionados directamente con la educación quedan dos: de nuevo el abandono educativo temprano y, como novedad, el porcentaje de titulados superiores (FP de Grado Superior y universidad) entre los 30 y los 34 años.
El primero es un viejo conocido, y mide el porcentaje de población entre 18 y 24 años que ha dejado los estudios y no ha obtenido al menos el título de Secundaria superior. En España, a pesar de ser muy alto, debido a nuestras enormes tasas de repetición, es menor de lo que debería ser. Es un indicador que puede haber caído algo con la crisis (o por los cursos del INEM), pero que está bajando y seguirá haciéndolo por la caída del fracaso escolar. En un par de años ha pasado del 31,9 al 28,4%, y es de esperar que siga cayendo durante unos años. Sin embargo, no bajaremos del 20% (el objetivo europeo es el 10%) sin reformas profundas.
El segundo indicador me parece algo estúpido, no como indicador, sino como objetivo a corto plazo. Medir la tasa de titulados superiores a los 30-34 años me parece muy bien, pero si queríamos mejorarla para 2020 deberíamos haber empezado hace diez años. Sabiendo un poco cómo va el percal, se puede saber que si en 2010 está cumplido (40,6%, cuando el objetivo es del 40% y la media de la UE es del 33%) es gracias a la Ley General de Educación de 1970. La primera cohorte Logse es la de 1982, por lo que empezará a notarse en el indicador hacia 2013. A partir de ese momento, el indicador se estancará en un 44-45%, que es donde está estancada la tasa de Bachilleres desde 2001. Nos ha pasado en todas las tasas durante la última década, no es nada nuevo. Aunque en el Ministerio siguen sin enterarse de nada:

"España ya está próxima a alcanzar el objetivo europeo del 40%. Por ese motivo, el objetivo nacional va más allá, hasta situarse en una tasa de jóvenes con educación terciaria del 44% en 2020. Objetivo intermedio para 2015: Alcanzar una tasa del 41%." (Programa Nacional de Reformas 2011, pág. 36).

Ya les digo que superaremos el 41% en 2011, que rondemos el 46% en 2015 y que en 2020 tengamos el objetivo cumplido, pero hayamos empeorado algo. ¿Qué puede hacer la Administración educativa para mejorar el indicador para 2020? Nada, ya se encontraron el trabajo hecho. Como mucho, serán Trabajo y sus cursos los que pueden hacer algo, ahora que no les faltan clientes (en 2010 también había objetivos relacionados con el empleo, como este, o este (escalofriante, se ha multiplicado por cuatro), pero de ellos ya no habla nadie. Eso de tener varios indicadores debe ser muy entretenido, coges las cerezas que te interesan, y te olvidas del resto: en 2007 las páginas de los Ministerios estaban llenas de logros laborales, pero tenías que bucear mucho para encontrar uno de los indicadores educativos, y ahora pasa lo contrario.
En fin, por fin datos educativos que permiten albergar cierta esperanza de mejora. Hace diez años, los que mirábamos datos ya decíamos que nuestro fracaso no era real, sino causado por el sistema educativo, y que había que cambiar el sistema. Han tardado diez años en rendir la ideología a la realidad (y sólo de aquella manera, no crean), pero hacen falta más cambios para alcanzar niveles razonables. Seguiremos luchando contra la ideología y la incompetencia, a ver si los que nacen ahora encuentran un sistema educativo decente. Para demasiados ya es tarde.