No sé si mañana algún periódico se acordará de ella, pero en los de hoy domingo no hay nada. Cuando cumplió diez años se celebraron muchos actos de celebración y se llenaron muchas páginas, pero en ese momento aún eran pocos (y con poca voz) los que estaban sufriendo ya sus efectos. Imagino que los reductos logsistas (los que siguen ganando dinero con ella) le dedicarán alguna página, y el resto (erróneamente) la ignorarán.
Hoy no tengo tiempo para dedicarle a los datos y los gráficos, aunque lo hubiera querido, por lo que me vais a permitir que no apoye mis afirmaciones con ellos: podéis considerar lo que diga ahora como una opinión de tantas que circulan por ahí, aunque muchos de los datos ya los ha publicado en los últimos diez años, que son los que llevo estudiando estas cifras (hay otras muchas opiniones de gente que jamás ha analizado ni entendido un gráfico, y que hablan de "logros históricos" cuando el logro no pasó del papel o tuvo un efecto muy reducido en los datos).
En fin, hoy hace 20 años de la promulgación de una de las peores leyes de nuestra democracia y, sin duda, la que va a tener unos efectos a más largo plazo (para mal) en nuestro país. Una ley que falló en prácticamente todas sus previsiones y objetivos confesados en su preámbulo y en otros documentos anteriores, un fracaso achacable a la falta de preparación técnica de los que la escribieron. Pero sus negativos efectos no son sólo responsabilidad de los que la impulsaron: ha hecho falta la cobardía de muchos a muchos niveles, y los intereses políticos y crematísticos de otros tantos, para que la irracionalidad se impusiera.
Como me dijo uno de los grandes directores generales de Educación de este país, el único que se enfrentó de verdad a esta Ley, los efectos negativos de la Logse los vamos a sentir durante los próximos 100 años. Otra cosa es que nadie se acuerde de esta ley cuando se analicen las causas, como ocurre (cada vez menos) con el análisis del desproporcionado paro juvenil (vía) de nuestro país.
Aunque el análisis de los indicadores educativos ya da suficientes pistas sobre la magnitud de la debacle educativa, las pruebas fundamentales (los microdatos de las evaluaciones educativas de los últimos 30 años) continúan bajo llave (política) en el Instituto de Evaluación y en las Consejerías de Educación de este país, de donde no paran de salir análisis de medio pelo sobre la enseñanza española. Así, el ministro Gabilondo puede decir las boberías que dice (cada vez más, cuanto más tiempo está en el Ministerio y le informan los que están allí) sobre la educación española: ya es capaz de utilizar un mismo argumento para defender una cosa y su contraria, según convenga. No sé si algún día se enterará de lo sesgados que están los datos que le pasan.
En fin, este año lo tengo complicado: a mi falta de tiempo habitual debida al trabajo, no se me ha ocurrido otra cosa este año que volver a la universidad a hacer un máster. Aún así, intentaré ir desgranando los datos que apoyan lo que digo, y analizando las banalidades que espero vuelvan a repetir los que aún, abierta u ocultamente, defenderán la Logse y sus logros históricos. Dará lo mismo, porque en este país la mentira en general (y en los políticos en particular) no tiene consecuencias.